Ira de él

Nadie quiere ir por ti IRA, IRA, IRA de EL. 

Nadie quiere lo que tienes que ofrecer.

Hombrecitos cobardes con juguetitos de su autodestrucción. 

Hombrecitos cobardes manifestando sus sueños de combate sobre el mundo.

Nadie quiere, ni querrá nunca lo que tienes que ofrecer.

Sobre ti hay solo un espejismo.

Y aunque lo destruyas todo,

No puedes, ni podrás jamás 

con el beso delicado de un abuelo 

sobre los ojos cerrados de su nietecita muerta

No puedes, ni podrás jamás 

con su alma que le recuerda mientras ella asciende en sus brazos: 

Eres el alma de mi alma.

Eres el alma de mi alma.

Eres el alma de mi alma.

Tu no tienes alma.

Ni sabes ubicarla

Sólo sabes ocuparla y sepultarla bajo escombros de una tierra

que nunca será tuya así plantes mil banderas estrelladas.

Y serás condenado a dormir siempre inquieto 

y sobre tus placeres volarán las almas que son su dueña.

Dormirás con un cierto susto 

Y tus cosechas serán amargas

Y lo que robaste será tu cancer

Y nadie noble querrá de tu vino

Ni tendrás amigos genuinos

Porque nadie olvidará la sangre que derramaste para obtenerlo.

IRA IRA IRA de EL. 

No serás perdonado nunca.

No olvidaremos tus bailes obscenos sobre tumbas

ni cada pierna descuartizada bajo tu yugo

ni tus ojos fríos cuando las pisoteabas a carcajada plena.

Serás condenado a vivir de tu propia locura.

Dormido, triste y maldito.

Y nunca encontrarás paz 

y nunca sabrás porque. 

Nunca sabrás que eres un lobo.

Ese lobito al que le bombardeaste su casa

y al condenarlo con tus misiles a caminar desesperado en círculos sin encontrar quietud

Maldijiste a tu propio ser a vivir la misma suerte. 

Y el alma Palestina será la bandera del amor.

Y su legado será todo lo lindo y lo sublime

Y las lágrimas que lloramos por ella regarán la tierra y limpiarán los campos.

Y su legión de ángeles serán la protección divina de todo aquel que se atreva a vivir o a morir por amor.

Y levantaremos keffiyehs 

mientras suena un canto Árabe 

y gritaremos por la liberación y 

el despertar de la conciencia.

Y la salitre del mediterráneo se regocijará y se unirá al festín 

carcomiendo tu ideología y erosionando hasta su último vestigio. 

Y cuando el mar se alce

las olas serán impulsadas por seres alados y se comerán todo lo vil de tu invasión 

y tus aliados se ahogarán contigo 

y cada ala bendita arropará todo lo hermoso para el renacer eterno.

Renacer eterno de un árbol de olivo, 

un árbol llamado conciencia, 

un árbol llamado libertad.

Y esa libertad será la libertad de todos

y en cada esquina del planeta 

los pueblos oprimidos se alzarán para encontrar su libertad también 

desatando por el aire el dulce aroma de las amapolas.

Y por los siglos de los siglos no ganará la libertad de tus balas.

Tu fuego sólo vivirá en el recuerdo como el máximo ejemplo macabro 

de lo más triste y miserable del los hombres.

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