tráeme la noche
Mucha importancia se da a ser alguien que se despierta temprano con cierta energía y ganas de enfrentarlo todo. Los dayworshippers saltan de la cama con el pecho inflado de orgullo por haberlo hecho. Morning people, como dicen los gringos, ganan un premio invisible creado por la sociedad. En general, se piensa que la gente productiva y decente es mañanera. Es más, hay dichos para propagar esta manera de pensar: al que madruga Dios lo ayuda. Pero a los que solemos ser lentos en el arranque se nos tilda de flojos, malhumorados y hasta menos inteligentes. Sé que no es para tanto, pero así se siente para el que está del otro lado siendo juzgado. Y el que juzga es uno mismo. Por eso he decidido proclamar el amor a los amantes de la noche esta noche.
Todo viene porque apenas me estoy dando cuenta de algo. No es que no me guste caminar —es una de las cosas que más me gusta de esta ciudad— pero después de varias lesiones suelo hacerlo menos. Así que me sorprendió cuando salí a comerme unos tacos y la caminata de regreso fue tan placentera que me perdí en mi misma viéndome los zapatos, cantando nightwalks, nightwalks, lalalá.
Esto de ‘nightwalks’ o caminata nocturna me lo enseñó una amiga londinense. Una vez la fui a visitar y luego de un té me preguntó con su delicado acento, fancy a nightwalk?
El propósito de la nightwalk es el mismo que el de cualquier caminata. Sin embargo, como la noche es más calmada uno va paseando lento, tranquilo, escuchando entre el sonido del trafico más conversaciones entre animales que personas. También se presta más atención al que va con uno, como si el mundo fuera solo nuestro. De vez en cuando te encuentras a alguien con su perro y sonries. La verdad es que le agradezco mucho a Katie el haberle dado nombre a lo que ya es un hábito cuando viajamos juntas. En Malasaña nos perdimos por calles angostas causando un gran escándalo de carcajadas bajo el delirio del verano madrileño.
Esta noche cuando tuve esa misma sensación que me da caminar con amigos, me perdoné por no salir a caminar más de día. Más bien me dio coraje que la noche no sea más segura. Me encantaría que no llevara una connotación de peligro para el que la enfrenta.
Varias veces he intentado recordar la primera sensación de confort que me dio estar despierta hasta tarde (o temprano). Solo hoy pude desbloquear que desde adolescente me ha gustado estar despierta mientras todos duermen. El ritual permanece casi inalterado. Poner música, escuchar atentamente, bailar, imaginar escenarios imposibles, dejarme llevar, y a veces, escribir. Es una experiencia tan deliciosa para mis adentros que de inmediato remedia cualquier arranque de mal humor. Seguro que esto puede pasar de día también, pero la noche tiene una cualidad más profunda. Solo aquí puede uno bajar a ciertos lugares exploratorios.
La noche también ofrece buenos viajes por carreteras fantasmales. Con mi amigo Carlos de piloto he recorrido algunas highways de Texas muy famosas por su oscuridad. Al atardecer notas como ese cielo interminable desaparece en las tinieblas, pero nunca dejas de sentir su inmensidad. Obviamente la música también es esencial. Si uno está en un estado depresivo o de duelo, no hay nada como escuchar algo a todo volúmen mientras pasan las rayas blancas del asfalto a toda velocidad. Súmale la brisa del desierto de acompañante y ¡osea! Con razón hay tantas películas que romantizan esa poderosa sensación. Es sanadora porque te permite lamerte la herida a tus anchas sin testigos. Pruébalo. Ya verás como eventualmente se cierra solita.
Y ya va, ni hablemos de estar enamorado. Pasear con la persona cerca de un río en penumbras jamás se compara con una caminata diurna. Sí, amantes pueden ser empujados por el viento a que sus brazos se rocen y sientan esa breve electricidad a pleno sol. Pero lo que viene después sin duda se da mejor a oscuras.
Así qué atención criaturas de la noche, perdonémonos por preferirla y aprendamos a ver en ella. Simplemente somos otra cara de la moneda. La cara gatúbela con instinto animal de cacería. La cacería de lo divino, lo intangible, lo casi imperceptible.