ESQUINITA
Aquí en esta esquinita,
puedes hacer absolutamente todo.
Aquí en esta esquinita,
puedes limpiar tu orilla,
y las orillas de todos los mares del mundo.
Aquí puedes sentarte y reconocer
absolutamente todos tus errores.
Dedícate a cometer otros.
Aquí en esta esquina,
sentirás cómo se han ido soltando las vendas,
cómo se forman las nuevas.
Toma la tijera y corta, corta, corta.
Suelta con suavidad cada una de las amarras.
Hazlo con cuidado y con cautela,
la carne que esconde estará sangrando,
la carne que esconde estará cansada.
También habrá carne insensible.
Cicatrices gruesas, como inertes,
curadas solo por sal.
Algún uso tendrán,
tú acarícialas.
Sigue.
La carne viva, rojita, blandita,
necesita el respiro.
Una hoja elefante fresca sobre la tez.
No seas brusca.
Busca el elixir rosa del Apamate,
el amarillo del Araguaney,
ponle el rocío de La Llovizna.
Todos los ingredientes viven en tus recuerdos.
Y lo que recuerdas es verdad,
lo que recuerdas vive,
vive cada vez que aparece en ti.
Limpia tu orilla,
date un chapuzón con gozo,
goza de pequeños avances.
Sumérgete profundo,
siente el susto de la muerte.
De subida,
dale gracias al pez sobreviviente
a el cataclismo de tu torpeza.
Dale gracias al que decidió quedarse.
Aunque siempre, siempre estarás sole,
en tu soledad.
Tú sigue. Tú dale.
A tu mar,
no tardará en llegar otro ser vendado.
Cuando llegue despedazado a la orilla,
préstale tu tijera.
Tú tendrás suficientes vendas limpias
para construir el velero.
Y seguirás tu rumbo a limpiar otras aguas,
y todas serán tu esquina.